El Pleno de la Real Academia Española (RAE), al que asistieron 24 académicos, ha elegido a Clara Janés para ocupar el sillón “U”. La poetisa y traductora, avalada inicialmente por Luis María Anson, Margarita Salas y Soledad Puértolas, se impuso Fernando Galván, rector de la Universidad de Alcalá de Henares.
Clara Janés (Barcelona, 1940) ha escrito poesía, novela, biografía y ensayo. Es, además, traductora de varias lenguas, sobre todo de la checa y de la obra poética de Vladimir Holan y Jaroslav Seifert. Ha traducido también a nuestra lengua a Marguerite Duras, Nathalie Sarraute, Katherine Mansfield y William Golding. Entre los galardones que ha recibido, destacan el Premio Nacional de Traducción en 1997, el Premio Universidad de León de Poesía, el Premio Nacional de las Letras Teresa de Ávila, el Premio Ciudad de Barcelona de Literatura en Lengua Castellana, el Premio Café Gijón de novela y el Premio Nadal.
“Me ha impresionado mucho que me tomaran en cuenta para la Academia. Son cosas que siempre se esperan para los demás y no para uno. Todo esto es muy sorprendente. Me han propuesto tres académicos con los que apenas he tenido contacto. Ser elegida es, sobre todo, una gran responsabilidad”, ha dicho a EL PAÍS Clara Janés. “Como traductora, siempre trabajo con las palabras. Me apasiona porque, gracias a ellas, uno se da cuenta de la mentalidad humana. Y, como el lenguaje está vivo, uno es testigo de las nuevas incorporaciones y de las dolencias entre cada vocablo.”
Solo hay seis mujeres académicas de número en la RAE, si se tiene en cuenta la reciente incorporación de Gutiérrez Aragón que, de momento es electo hasta que pronuncie su discurso. Estas académicas son: Carmen Iglesias (E), Margarita Salas Falgueras (i), Soledad Puértolas Villanueva (g), Inés Fernández-Ordóñez (P), Carme Riera Guilera (n) y Aurora Egido Martínez (B), quien ingresó en la institución en junio de 2014. Además, si se observa el listado histórico, a las mencionadas académicas solo habría que sumar tres nombres más: los de Carmen Conde Abellán, primera académica de número de la RAE, quien leyó su discurso de ingreso en 1979 y que ocupó la silla K; Ana María Matute, fallecida en junio de 2014, quien ocupó este sillón; y Elena Quiroga, quien tomó posesión en 1984 de la silla a, y falleció en 1995.
La convocatoria de esta plaza se publicó en el Boletín Oficial del Estado del 23 de marzo de 2015. La lectura de los elogios y méritos de los candidatos se efectuó en el pleno del pasado 30 de abril. Tal como señala el artículo X de los Estatutos de la RAE, que establece las normas de ingreso de nuevos miembros en la corporación, cada una de estas candidaturas está avalada por tres académicos.
La RAE cuenta con un total de cuarenta y seis sillas académicas. Actualmente, además de la «U», están vacantes las sillas correspondientes a las letras H, s y K, cuyos últimos titulares fueron Martín de Riquer, José Luis Pinillos y Ana María Matute, respectivamente.
VIDA DE OTROS NIÑOS. Clara Janés
Antes de saber leer tenía ya siempre cerca un libro. Era cuadrado, impreso a todo color, con un gran reloj en la portada cuyas manecillas de latón se podían mover, de modo que probablemente antes que las letras, pasaron a mi mente los números que marcan las horas. Se llamaba Tic-Tac, era obra de Mercedes Llimona y narraba, página a página -hora a hora-, lo que hacía una niña desde que se levantaba hasta que se acostaba. Es posible que mi instinto de estructurar el día horariamente -que tanto me ha beneficiado- y mi modo de valorar las cosas cotidianas tenga algo que ver con él. Este libro todavía lo conservo. Bastante después, contando yo seis años, me aficioné a otro, sobre todo por su contenido: En Peret. Contaba la vida de un niño de aldea, siempre al aire libre, y su hermosa relación con el campo y los animales. Había algunas ilustraciones y veo claramente la que representaba a la madre preparando una rebanada de pan con tomate, que era mi merienda favorita. Pero tanto como éstos, contaban para mí los de los adultos. Tenía yo tres años cuando mi padre puso en mis manos El libro del té-pequeño formato, no encuadernado, atado con cordón de seda, cubierta orientalizante-, creo que fue para mí un impacto estético fundamental.
Clara Janés es poeta, autora del libro La voz de Ofelia.